El proyecto Piazzolla escuela de tango es un conjunto de iniciativas alrededor del tango-danza y de su prodigioso poder enlazador de los cuerpos. El origen sincrético y la manera como se impuso en el mundo a lo largo del siglo XX hacen del tango un mágico movimiento todavía en proceso de desciframiento. El tango es un género que ha llegado a nosotros con un alrededor de pensamiento triste que se baila. Es nostálgico y cuchillero, en el mejor de los sentidos borgianos. Pero hay en esta presentación mucho de parcial y de vista reducida. El tango es también una ex
periencia que invita al cuerpo a encontrarse con el alma, y hace de esta invitación un abrazo.
Cuando el colombiano se acerca a las modulaciones exactas y sensuales del tango-danza, descubre que debe situarse en una frecuencia vibratoria diferente a la exigida por los bailes afroantillanos que desde siempre nos obseden. En el tango, más que el frenesí del movimiento, vale el aquietamiento para escuchar las aguas interiores.
Esta danza del sur despierta el ser mimado que todos llevamos dentro. Cuando una pareja se enlaza en la cadencia que emana el bandoneón, se lleva a cabo una suerte de dual sicoanálisis del cuerpo. Una sens
ualidad de organismos en discordia, que poco a poco acompasan sus ondulaciones y sus líquidos, genera el gusto por el movimiento, el placer de estar flotando en un acompasamiento que a la vez es espejo de la vida y es bálsamo contra Las iras.
El tango que propone la Escuela Piazzolla es una enseñanza de concordia, edificada desde el concreto de dos cuerpos que arañan el misterio. Es un regalo de paz a la gente de Colombia, tan caliente de sangre, tan urgente de venganza, tan atravesada de rabias, tan miedosa de abrazarse. Aprender a bailarlo muy pronto se vuelve un vicio, una sagrada adicción en pos de la armonía, una manera de ver y de sentir la vida.
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